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C. Cornejo y la exitosa Revolución Aprista en Huancavelica por Gustavo Salvatierra

Publicado: 2016-11-29

Era la noche del 26 de noviembre de 1934, la celebración de una boda en Huancavelica ha convocado a muchos amigos de los novios, todos celebran ese compromiso eterno que se consumó con la venia de Dios. Pero esa noche, no solo ese compromiso es el que se está concretando, un grupo de personas se reúnen en una mesa en especial para coordinan con un hombre, de preclara personalidad, lo que será la gesta revolucionaria del día posterior. El novio se priva de algunos brindis para colaborar en referencias, alcances y opiniones.  

Aquel hombre de notable personalidad era Cirilo Cornejo, Jefe de la Revolución de Huancavelica, los novios eran mis abuelos (Onofre Salvatierra y Catalina Trucios), y su boda la excusa perfecta para convocar a los compañeros sin sospecha de los agentes del gobierno y, realizar las ultimas coordinaciones para la hazaña, como protesta por los abusos inhumanos en la región avalados por el Presidente Benavides, socio de los terratenientes, además, por la realización de elecciones para cubrir las 23 representaciones vacantes (entre ellas las del departamento de Huancavelica) por los hechos suscitados en el Congreso y por la muerte de Arístides Arce.

El 27, la victoria no enfermó del mal de altura en Huancavelica y se escribió en el epilogo de ese día. Tras 4 horas de enfrentamiento con el ejército y con las balas desvanecidas por la Fe de un futuro de “pan con libertad”, se tomó la plaza de Armas, la prefectura, gobernaciones y se conformó una junta Revolucionaria, la cual fue presidida por Cirilo Cornejo, pero, lamentablemente el mismo clima solo se compartió en Ayacucho y se tuvo que abortar el 29 del mismo mes, tras recibir penosas noticias sobre el no éxito de los levantamientos de Lima y Huancayo. (Se había planificado un levantamiento simultáneo)

Los años de persecución y clandestinidad en las punas y su posterior prisión en el frontón, en donde recibía un baño de agua helada diario a las 4 de la mañana, intentaron en vano resquebrajar su convicción, y solo sirvieron para fortalecer su compromiso con los más humildes, colmando su corazón, no de un rencor simplista, sino de amor por esa causa justa que Cornejo ceñía con el APRA.

En 1945, posterior al proceso que les siguieron ante el Consejo de Guerra de la zona de Policía de Lima, se promulgó la ley de Amnistía la cual evitó que fuera condenado y en las elecciones de 1946 y 1963 Huancavelica le rindió homenaje, concediéndole triunfos apoteósicos que lo llevó a la cámara de senadores donde continuaría su revolución.

Mi eterno homenaje a todos los que participaron en la revolución, en especial a Cirilo Cornejo, a quien conocí en Ica, en su humilde hogar, prueba de su desinterés material y con una mirada orgullosa por haber renunciado a su vida para aportar a una enorme causa popular: siempre honestos, siempre luchadores, siempre apristas. ¡Unos titanes!


Escrito por

Gustavo Salvatierra Z

ing. de Sistemas, Gestor de Proyectos TI, MBA y Activista Político.


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