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LA NAVIDAD DEL NIÑO DEL PUEBLO - por Armando Villanueva

Publicado: 2016-12-22

Las fiestas pascuales fueron la primera reivindicación del niño. Los derechos de éste, hoy legislados, tuvieron en el día de la Navidad una expresión precursora. Este día, aun en tiempos de la palmeta o allí en la vivienda de padres iracundo… “por ser Navidad que el niño pudiera hacer esto o aquello…; “por ser Navidad que tuviera algo de lo que ansiaba”. Y sea a través del Niño Dios, de Papá Noel del Nacimiento o del arbolito y de otras versiones nacionales de una misma idea, la Navidad fue y es el día de los niños. 

Pero no obstante la significación y el anhelo expresados en aquella fiesta, particularmente en los países pobres, sub-desarrollados, hubo siempre niños a quienes jamás llegaba el juguete, el globo multicolor, el dulce navideños. Los niños del pueblo, los niños pobres: el chiquillo descalzo del pantaloncito sostenido con una cuerda y la blusita o chaquetilla sucias y raídas; la niñita de los ojos tristes y la carita moquillenta y llorosa… los bebes a quienes faltó la leche materna y en sus casa el dinero para reemplazarla… ¿Cómo iban a alcanzar un juguete?

Aquí en el Perú la Navidad, hace muchos años, muchos ya, cuando la miseria no se había enseñoreado en este país en crisis (¡en crisis económica, aun cuando Belaúnde diga que no!); cuando las familia acomodadas podían atender a “sus pobres” y en el campo el feudalismo y el imperialismo no habían impuesto aún sus deshumanizados métodos; en ese Perú, la Pascua llegaba para todos… La excepción era mínima.

Pero alcanzamos después los días del “progreso”… Y con él la mayor diferencia entre los pobres que aumentan y los ricos que crecen en capital. Y surgieron así los niños desvalidos, convertidos en una legión de tristeza. Eran los niños sin Pascua. Y ante esta realidad, el Aprismo, recién fundado, por iniciativa de su Jefe, celebró ya en 1931 su primera fiesta popular navideña…Ella encontró sus herodes y sus inocentes, cuando en el local aprista de Paiján y, en Trujillo mismo, la metralla de la barbarie regaló plomo a madres y pàrvuos, en lugar de los juguetes que esperaban. Los asesinaron. Llegaron poco después los días de las persecuciones y la Secretaria de Asistencia Social del Partido realizaba, desde las vísperas pascuales, lo que más tarde sería la Navidad del Niño del Pueblo. Compañeras abnegadas y anónimos contribuyentes a la lucha clandestina, llegaban a los hogares de los compañeros presos, llevando a los hijos menores, juguetes y pequeños obsequios que las madres desamparadas por la prisión de sus esposos no podían lograr por sus propios medios. Y Haya de la Torre; al frente de la cruenta lucha, afrontando la persecución y el crimen que lo acechaban, salía también en pos de los hogares más desamparados, dejando un presente y su afecto Reemplazaba al padre ausente. Era recibido con sorpresa, a veces con estupor. Pero no por los niños que veían en él, a su manera, el ejecutor de un acto de justicia.

Vino, después, 1945. Habían pasado tres lustros de persecuciones. Y al organizarse las Juntas transitorias Municipales que pusieron fin por entonces, a las de Notables los municipios apristas organizaron la primera Navidad del Niño del Pueblo a iniciativa de Víctor Raúl. Y así comenzó una época nueva para los niños sin pascua…

El aprismo volvió a la persecución. Se le quiso matar una vez más, y nació La Navidad del Niño del Pueblo, obra demostrada de cómo se gobierna desde el pueblo. Continúo y continuará siempre y resultó irreversible como una verdadera revolución.

La Tribuna, 2 de diciembre de 1964


Escrito por

Gustavo Salvatierra Z

ing. de Sistemas, Gestor de Proyectos TI, MBA y Activista Político.


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